¿Qué tienen en común la religiosidad y el pensamiento de izquierdas?

Nada nuevo hay bajo el sol. Los mismos mecanismos que han posibilitado la acomodación de la afrentosa realidad y de la propia miseria moral, durante siglos, y en forma de culto religioso, son los mismos que han favorecido el éxito más reciente del pensamiento de izquierdas, pese a lo catastrófico de sus consecuencias contra la civilización. Se ha matado en nombre de dios y en nombre de la igualdad, por partes iguales. Nobles causas para una mente enferma como la de estos sujetos. Pero vayamos por partes.

Una primera característica -muy clara para mí- es la disonancia. Piense en un católico y en un socialista por ejemplo, y verá que están más cerca, el uno del otro, de lo que nos quieren hacer creer interesadamente. El católico dará una limosna en público, para demostrar cuán caritativo es, mientras en privado ejerce la avaricia y la tacañería con sus más allegados. El socialista será miembro de la última ONG de moda, y lo dejará bien claro en sus conversaciones acerca de las «vacaciones solidarias» de bajo coste que ha disfrutado, mientras compra al mismo tiempo productos fabricados por las manos de los niños que ha apadrinado. El católico censurará las debilidades terrenales de los demás con la máxima vehemencia, olvidando al mismo tiempo las innumerables perversiones que ha perpetrado con la protección de la intimidad o el anonimato. El socialista, por su parte, conducirá un potente BMW mientras te culpa de contribuir a la destrucción del medio ambiente porque no utilizas suficientemente el transporte público. ¿Quién de los dos tiene más credibilidad?

La proyección de las consecuencias de los actos fuera de la realidad es, en mi opinión, la otra característica fundamental a considerar. Esto está ligado directamente con la culpa y la necesidad inconsciente de aliviar la mala conciencia y, por ende, la disonancia que hemos explicado previamente. No incluyo en este análisis a los psicópatas, presentes por igual en ambos colectivos y que carecen en forma alguna de conciencia. Así, el cielo de los católicos, que posibilita los reajustes frecuentes de la disonancia, ha sido la válvula de escape perfecta durante siglos a las más delirantes majaderías. Todo se arregla después de muertos. La clave está en que, con este modelo, se puede ser un egoísta irracional, dejando que primen los impulsos primarios que se pueden justificar porque el destino final está en el más allá, que es donde se pueden conciliar los deseos y los actos. En otras palabras, los objetivos vitales están fuera del mundo y la moral, consecuentemente, también. Del mismo modo, el cielo de los socialistas se concretiza en ideales inalcanzables como la igualdad, por ejemplo. Esto justifica cualquier acción por muy absurda e irracional que ésta sea. Incluso si supone el desastre social y económico de un estado. Como el objetivo es también inalcanzable y lejano -incluso más que el mismo cielo cristiano-, cualquier dislate va a encontrar su justificación, siempre que sea en pro de tan noble aspiración. La clave está en que no hay forma humana de verificar lo errado del planteamiento pues se trata también de pensamiento mágico. Es así como se perpetúa la locura colectiva de los pueblos.

La duda está en saber qué nuevo ropaje tendrá este fenómeno en el futuro. Perroflautas, tal vez? Es decir, ahora que el pensamiento religioso está en decadencia, falta saber qué colectivo será el encargado de prolongar semejante majadería después que el pensamiento de izquierda tradicional ceda su predominancia a un substituto más atractivo y de última generación. Cosas veredes, Sancho.

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7 respuestas a ¿Qué tienen en común la religiosidad y el pensamiento de izquierdas?

  1. Alfredo dijo:

    ¿De dónde saca, por ejemplo, que «El católico dará una limosna en público, para demostrar cuán caritativo es, mientras en privado ejerce la avaricia y la tacañería con sus más allegados.»?
    Desde luego no lo saca de «Qué no spa tu mano izquierda lo que hace la derecha».

    Con tales prejuicios, esté artículo se comenta por sí mismo.

    • Estimado Alfredo,

      aún asumiendo que no todo es blanco ni negro (por supuesto que hay gente decente en la izquierda y en la iglesia), tenga la seguridad de que escribo lo que he visto y aún veo. No me invento nada.

      En tal caso es un juicio, no un prejucio.

      Saludos.

      • Alfredo dijo:

        Estimado homoliberalis:
        En ese caso debería escribir: «UN católico DIÓ una limosna en público, para demostrar cuán caritativo ERA, mientras en privado ejerce la avaricia y la tacañería con sus más allegados.”
        Eso sólo demuestra que tal personaje no se comporta como buen católico al no hacer caso de las enseñanzas de Jesús.
        La generalización a partir de un ejemplo (o varios) no es aceptable. Es tendenciosidad y/o prejuicio (deliberado o no, yo no lo puedo juzgar).

        Un saludo,

      • Estimado Alfredo,

        gracias por su corrección de estilo, sólo que con el cambio de tiempos verbales estaríamos alterando el sentido del mensaje que por lo visto Ud. se niega a aceptar. Que el mensaje no coincida con su construcción de la realidad, no le da derecho a modificarlo.

        Aparte de eso, explíqueme por qué existe la confesión, el cielo, el infierno, etc., si según Ud., los pecadores son los menos. Y no voy a hablar de los absurdos sacramentos de otras religiones diferentes de la católica.

        Gracias.

  2. Aristófanes dijo:

    Odio, rencor, juicios de valor, nula objetividad en sus opiniones.

  3. Yves Freeman dijo:

    Entiendo el punto que quieres aclarar, que está centrado en la disonancia; aún así, pones dos ejemplos muy extremos al principio que están fuera de la realidad y en la forma, solo en la forma, parece que se niega tu razonamiento.

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