Separación entre Ciencia y Estado

Puesto que el único y legítimo propósito del Estado es la protección de los derechos individuales, es impropio que éste se vea envuelto en la investigación científica, ya sea financiándola, supervisándola o regulándola.

Una sociedad libre requiere una total separación de Ciencia y Estado. Todas las investigaciones científicas y tecnológicas deberían ser llevadas a cabo de forma privada y ser financiadas en esta manera. No deberían existir laboratorios de investigación o agencias científicas del gobierno. Todo esto, por supuesto, está en radical contraste al estado actual de las cosas, según el cual la investigación básica está fundada predominantemente por agencias del gobierno y supervisadas por agencias administradoras de los fondos de éstas.

En este caso, el Estado, de forma abiertamente colectivista, por «el bien de la sociedad» (o el colectivo) le dice al individuo que él debe financiar un proyecto científico dado en contra de su voluntad, porque «la sociedad» requiere de esas inversiones para progresar.

Sin embargo «sociedad» es simplemente un conjunto de individuos. «Sociedad» es una idea abstracta y no existe. Son los individuos los que existen y quienes, en su propio interés racional, eligen interactuar social y económicamente.

Por ello, cuando alguien dice que es necesario el Estado para fundar aquello en lo cual los individuos no están dispuestos a invertir, por el «bien de la sociedad», es una contradicción porque es como decir que «los individuos libres no pueden ver el sentido de esta inversión, pero una pandilla de individuos patrocinada por el Estado sí puede»

No permitamos a colectivistas con doctorado tomar decisiones con nuestro dinero ganado esforzadamente. Áreas en las cuales las legítimas funciones del Estado están ligadas a la Ciencia incluyen la protección de derechos de propiedad intelectual, como patentes para nuevas innovaciones tecnológicas y la investigación tecnológica militar, porque está ligada a la defensa de la nación y a la protección de los derechos individuales.

En palabras de Ayn Rand: «La maldad fundamental de las subvenciones estatales es el hecho de que los hombres están
forzados a pagar el desarrollo de ideas diametralmente opuestas a las suyas. Esta es una profunda violación de la integridad del individuo y de su conciencia. Es terrible tomar el dinero de hombres racionales para apoyar a hombres como B.F. Skinner. La Constitución prohíbe un «Establishment» estatal religioso, considerándola propiamente una violación de los derechos individuales. Puesto que las creencias de un individuo están protegidas de la intrusión de la fuerza, el mismo principio debería proteger sus convicciones razonadas y prohibir un «Establishment» estatal en el campo del pensamiento»

¿Qué sucede entonces cuando la Ciencia es patrocinada por Estado?

Derroche, derroche, y más derroche: Notable es el caso español cuyas inversiones en Energía Solar y obtención de energía a partir del Hidrógeno han culminado con resultado cero; es sabido que los paneles solares convierten de forma sostenida como máximo un 10% de la energía recibida, requiere enormes extensiones de superficie y para más inri, los paneles solares de alta eficiencia suelen estar fabricados con metales pesados y altamente contaminantes para el medio ambiente.
En el caso del hidrógeno, es inviable debido a la peligrosidad de su manipulación, que requiere una costosísima inversión.
Asimismo, la obtención de hidrógeno requiere invertir grandes cantidades de energía (obtenida a partir de combustibles
fósiles) y carísimas infraestructuras fabricadas en platino, que por otra parte es un metal escaso e impide su producción
en masa.

Ninguno de los científicos patrocinados por el Estado se pararon a pensar en estas premisas básicas; tampoco lo necesitaban, pues un doctorado y charlatanería eran los únicos requisitos necesarios para obtener sus jugosas subvenciones.

Pero quizás el caso más desastroso, y éste es en Estados Unidos, es el del programa del Transbordador Espacial (afortunadamente ya cancelado) que prometía transportar una libra de peso al espacio por $50 y al final la broma acabó saliendo a $50,000 la libra. Un derroche que se mide por un factor de mil, y que jamás se ha dado en una
ventura científica privada.

Los científicos beneficiarios de subvenciones del Estado suelen estar entre los más airados manifestantes en contra de la «tiranía del dinero»: La ciencia y la cultura, lloran, debe estar liberada del poder arbitrario de los ricos.

Pero he aquí una principal diferencia: el rico no puede comprar una nación entera ni forzar a un solo individuo.
Si un hombre rico elige dar su apoyo a ciertas actividades culturales, éste lo hará a una escala muy limitada, y sólo él carga con las consecuencias de sus acciones.Si él decide no usar su buen juicio e invierte en caprichos irracionales, él consigue justamente lo opuesto de su intención: sus proyectos y «protegidos» son ignorados o despreciados en sus profesiones, y ninguna cantidad de dinero le comprará influencia alguna sobre la cultura. Su ventura se convierte
simplemente en un derroche de dinero sin significancia alguna. La cultura está protegida por tres elementos invencibles:
opción, variedad y competición. Si él pierde su dinero en venturas estúpidas, él no hace daño a nadie, puesto que su dinero es suyo, no expropiado forzadamente a víctimas.
Es un completo mito que el sector privado no puede o no quiere llevar las riendas de la Ciencia. Siempre ha habido incentivos para la investigación científica. Simplemente observa las diferentes industrias privadas que emplean a científicos: Farmacéuticas, compañías de procesamiento de alimentos que necesitan inventar aditivos o simplemente observa la etiqueta de tu botella de champú y serás testigo de toda la investigación química que fue necesaria para
crear el producto. Las compañias tecnológicas están constantemente innovando, sólo hay que observar lo lejos que las ciencias de la computación y la ingeniería han llegado en las últimas décadas..y todo ello alimentado gracias a la inversión privada y a esfuerzos de individuos emprendedores. La Ciencia supone una gran parte de la Economía y argumentar que el gasto público es necesario para mantenerla es cosa de lunáticos.

En una sociedad libre, en la cual se da la completa separación entre Estado y Economía, la economía crecerá más rápido
y será más estable de lo que es hoy en día -los gobiernos no estarían constantemente boicoteando el trabajo con impuestos y regulaciones, o manipulando los tipos de interés por razones políticas- El resultado será que la cantidad de riqueza en la sociedad se incrementará de forma más rápida, dejando más recursos disponibles para proyectos de largo plazo. A mayor cantidad de capital disponible para invertir, más riesgo y más inversiones de largo plazo se pueden asumir,
y con un entorno legal estable, los inversores podrían planear a largo plazo sin tener que preocuparse por condiciones legales cambiantes que podrían dañar inversiones de muy largo plazo (de más de 20 años)

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