Reduciendo la Ciencia a una casilla

Me enteré hace unas semanas de que existe una iniciativa para reivindicar una casilla en la declaración del I.R.P.F., y destinar así una pequeña parte de la recaudación tributaria a financiar la investigación científica. Esta idea, que en principio parece razonable y bienintencionada, está construida sobre varias falacias que, como es muy frecuente en los movimientos de izquierda, no acabarían sino empeorando más las cosas, aunque el fin último sea noble (en apariencia).

La primera gran falacia viene con el objeto de esas casillas, que existen para que el ciudadano elija, desde su libertad, a qué acciones sociales quiere destinar una parte de sus impuestos. Estamos hablando, por lo tanto, de caridad. El error está en que, lo que debería estar normalmente presupuestado y legislado para el desarrollo científico y tecnológico del país, se estaría equiparando con esta hipotética acción a una limosna. Sinceramente, si alguien cree que pidiendo limosna para la Ciencia, en vez de exigir unos presupuestos acordes a los de un país desarrollado, va a mejorar la situación, estamos apañados. Reivindicando esto, estamos licitando el grave error que es reducir las inversiones en Ciencia y Tecnología, que es lo que realmente está ocurriendo desde hace tiempo en los presupuestos generales del Estado. Ahí es donde creo que debería estar la batalla, en luchar por unos presupuestos del Estado que garanticen la competitividad y desarrollo del país, y no dejar a la Ciencia a merced de la caridad.

La otra gran falacia y, por ende manipulación, viene con el hecho de argumentar que, si hay una casilla para la Iglesia Católica, por qué no va a haber una para la Ciencia. Aquí es donde empiezo a percibir un cierto tufillo a colectivismo. Vamos a ver. Si marcar y elegir una de esas casillas son acciones totalmente voluntarias, para empezar, lo único que ocurre es que los católicos a quienes interese, libremente, van a destinar una parte pequeña de sus impuestos a obras de caridad que gestiona la Iglesia Católica. No sé donde está el trato de favor que se quiere inducir a pensar. Del mismo modo, aquellos no católicos que quieran, podrán marcar voluntariamente la otra casilla que existe para otras acciones sociales gestionadas por otras organizaciones no gubernamentales. Lo peligroso de este argumento es que se instiga, con anticlericalismo venenoso, a criticar algo que no viene ni impuesto, y que tampoco es una opción única.

Lo más grave todavía es que, si nos pusiésemos en el hipotético caso de que esta petición popular prosperase, acabaríamos por licitar dos auténticas aberraciones. La primera, como expuse al principio, sería el reducir a limosna lo que debería ser una obligación del Estado para la financiación de la investigación científica del país. Sin Ciencia y Tecnología no puede haber desarrollo y progreso y, por lo tanto, prosperidad económica. La segunda, y bastante preocupante viendo la labor tan importante que, en estos tiempos de crisis, desarrollan las organizaciones con fines sociales, sería el repartir esa pequeña parte de la recaudación tributaria entre varios objetivos, lo que no haría si no debilitar y diluir -más todavía- el impacto en la sociedad de esa labor. Unos por otros y la casa sin barrer.

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